lunes, 5 de diciembre de 2011

Dolor y más dolor.

No sé ni cómo empezar. Pido que la Tierra me trague, desaparecer de este mundo. Siento tanto y a la vez tan poco… ¡Qué duro es!



Ardo, siento que ardo bajo la lluvia. Siento asco, lástima, pena, rabia, tantas cosas… Mi cabeza no deja de maquinar, es un sinvivir. Me gustaría dejar de pensar y comerme la cabeza, pero es inevitable. Piensas, ¿Cuántas veces? ¿En qué momentos? ¿Cuándo se derrumbó todo? ¿Ha sido mi culpa o de la otra persona? Ya no sé ni qué cojones pensar. Sin embargo, pienso demasiado (lo sé, es una contradicción), pienso tanto que me torturo hasta que mis lágrimas hacen acto de presencia sobre mi rostro. No dejo de hacerlo. La cama se convierte en mi único refugio, refugio doloroso por todo lo vivido en éste mismo lugar. Detesto haberte querido tanto. Me odio. Odio mis sentimientos. No dejo de hacerlo…

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