domingo, 9 de enero de 2011

Extraña noche.


24 de junio de 2010.

Sí, una noche un tanto extraña por tod lo que le acontece. El principal motivo de mi desplazamiento hasta el puerto durante varios kilómetros, eras tú. Pretendía sorprenderte con mi presencia y creo que así lo conseguí. Estuve buscándote y, al fin, te encontré. Estuvimos juntos, todo iba genial hasta que surgen más preguntas en mi cabeza, más dudas. Un grupo de amigos con el cual fui hasta ya comentado lugar, supo acompañarme para poder verte y sentirme como nunca en una noche como la de San Juan. Sin embargo, no todo sale según lo deseamos.

Me encuentro acostado, de cara al cielo cuando, de repente, una estrella fugaz se atraviesa ante mis perplejos ojos. Intenté pedir un deseo en el periodo más corto de tiempo que pude. Imagínense cuál sería mi deseo. Después de tantos sufrimientos y, a pesar de todo lo bueno y malo, uno sigue como un estúpido deseando que formes parte de mi vida formalmente. Avanza la noche y estamos bien, yo diría que todo iba perfecto, hasta que suena tu móvil mientras te bañabas. Y, ¡cómo no! tu querido 'socio' al que tanto criticas. Ya la noche comenzó poco a poco a oscurecerse.

Conversamos, sacamos conclusiones. Mi grupo de amigos perdido entre la muchedumbre y, tú y yo intentamos aclarar definitivamente todo. No sé si tu decisión es la correcta o la inadecuada, pero lo que si sé, no fue por no mostrar mi total interés en ti. Nos despedimos fríamente, como otras tantas veces.

De pronto, me encuentro solo, ahogado en mí mismo... sin saber qué hacer ni a dónde ir. Una vez más, me enfado y llamo a varios de mis amigos. Nada, no dan señales de vida. Comienzo a caminar sin tener un destino fijo. Tras haberme pasado más de media hora solo sin saber qué hacer, consigo localizarlos. Vuelvo a incorporarme al grupo. No hago mas que pensar en ti y en lo hablado.

He sido capaz de aguantar estupideces, rechazos, enfados, lloros, lamentos... pero a lo que no estoy dispuesto es a que sigas pisoteando mis sentimientos mientras juegas con dos personas a la vez. Te lo he dicho, en ese aspecto eres una auténtica cría por actuar de la manera que actúas. Sinceramente, esperaba que fueses capaz de darte cuenta de una vez por todas. “Ahora o nunca”, fueron mis palabras hace unas horas. Has tomado una decisión la cual acepto, me guste o no. Escuché lo que quería, tenía y necesitaba escuchar para acabar con esto. En este momento, ya no lloro como hace unos días, no. Más bien lo que siente mi corazón es odio y rencor hacia tu persona por ser tu segundo plato. Y desde aquí te digo: segundos platos no, gracias. Bastante he aguantado como para seguir alargándolo y como para que tú te lo pasaras genial con quien ya sabes al cabo de unas horas. Ahora si, olvídame. Pasa de mí. No me llames, ni me envíes mensajes. No quiero saber nada ya de ti. Es lo que has conseguido con esto, ganarte mi odio y mi rencor. No me has valorado lo suficiente. Llévate mis sentimientos porque yo... yo ya no los necesito.

No hay comentarios: