domingo, 9 de enero de 2011

El día.

26 de junio de 2010.


El día. Todos tenemos un día imborrable de nuestras mentes y que preferimos, muchos, que no llegue porque nos trasladarán y encerrarán en el pasado. Pues bien, ese día para mí ha llegado aunque no me encierra en el pasado; por así decirlo, sino más bien que me entierra en lo que he vivido dos meses atrás.
Hoy, 26 de junio de 2010, una persona que ha sido lo más importante en mi vida y, de hecho, sigue siéndolo, se va de esta isla por algún tiempo. Si me vuelvo hacia atrás en el pasado y recuerdo lo que pensaba en aquel entonces: “ Adrián, no te estés haciendo falsas esperanzas con todo esto, no merece la pena estar mal de nuevo”. De nada sirvió intentar reprimir mis sentimientos.

Recuerdo como el miedo a perderla se apoderaba más y más dentro de mí. Sus caricias, sus miradas, como no, sus besos... hacían que una y otra vez ese miedo continuase su expansión bajo mi piel. Disfrutaba cada momento con ella como si fuese el último y siempre he sabido que este día llegaría, que volverías a estar bajo su compañía. ¿Recuerdas lo que dije sobre el odio y el rencor que sentía por ti hace dos días? Pero, ¿a quién pretendo engañar? No puedo sentir odio por una persona que me ha dado todo, como tampoco puedo sentir rencor por alguien tan especial como tú.
Has escrito un libro entero que se queda sin páginas con apenas una historia tan breve. Sinceramente, no sé que haré todo este verano. Intentaré no amargarme, ni llorar, ni acordarme de ti, ni de lo qué estarás haciendo. Pero sé de sobra que todo eso... todo eso se quedará mas que en inútiles intentos y el motivo es que, lo que siento por ti jamás lo había sentido por nadie.

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